Xisco Bonnín (Palma, 1967)
Licenciado en Historia del Arte por la U.I.B.. Cursos de doctorado. En el campo profesional se ha dedicado a la catalogación de fondos artísticos y fotográficos, a la fotografía comercial para museos, galerías de arte y fundaciones. Desde 2011 dirige el Arxiu del so i de la imatge de Mallorca.
Su proyecto fotográfico personal se ha centrado en la sociedad post-industrial desde un prisma sociológico. Si en buena parte de sus proyectos utiliza las pautas del documentalismo más ortodoxo, en otros no duda en utilizar otras vías más experimentales.
En estos tiempos en que la tecnología digital se ha impuesto, parece, sin embargo, que hay entre algunos fotógrafos una vuelta a la fotografía analógica.
Si, existe una tendencia hacia lo analógico. Hay una especie de empacho de todo lo digital y se entiende que el trabajo artesanal tenga su atracción.
¿Atracción para el fotógrafo o para el espectador?.
Para el fotógrafo. Revelar uno mismo la película y esperar a ver qué es lo que va a salir te seduce. Por ejemplo, Miquel Barceló podría hacer moldes industriales para su trabajo escultórico, pero él prefiere trabajar el barro. Es un trabajo artesanal que él convierte en arte.
La fotografía analógica es cara y requiere de una inversión en equipamiento. Sin embargo, ahora mismo todos somos fotógrafos. Llevamos una cámara en el móvil y podemos hacer miles de fotos sin ningún coste, que además pueden verse en todo el mundo a través de internet y las redes sociales. ¿No cree que, en realidad, la motivación puede ser un modo de diferenciarse o marcar distancias?.
Puede ser… Pero yo creo que también es una saturación de lo digital.
Al espectador le interesa algo nuevo, que le impacte, que le llame la atención, que le haga vibrar, que le haga pensar, que le emocione… y no creo que le importe si es analógico o digital.
Este pasado 2012 estuve en el festival de Arlés. En las exposiciones que había daba igual si las fotografías estaban hechas con cámara digital o analógica. Lo que importa cada vez más lo que hay detrás. Ya no se valora tanto la buena fotografía en el sentido técnico, sino la idea o el concepto de esa fotografía. Analógico o digital no es el debate.
Ud. ha participado en ARCO en alguna ocasión. ¿Qué le pareció la experiencia?.
Acudí con mi obra “Motorland” y se vendió bastante bien. Aunque hay otras ferias más especializadas, ARCO es interesante porque la fotografía allí está normalizada dentro del mercado artístico. Me parece algo positivo.
¿Qué es más importante para estar en ARCO: tener una buena obra o buenos contactos?.
Hoy en día está claro que las dos cosas. No basta sólo con un buen trabajo. De todos modos ARCO es un gran mercado y si la obra no se vende, es muy difícil volver a estar allí.
¿Cree que los coleccionistas baleares muestran interés por la fotografía que se hace en las islas?.
Aunque han cambiado las cosas en Mallorca, gracias a iniciativas de los galeristas como Palma Photo, creo que los coleccionistas de aquí todavía son muy reacios a comprar fotografía. Y sobre todo, pienso que apoyan muy poco a los fotógrafos mallorquines. Quizás sea una cuestión de que no creen que sea una buena inversión.
Respecto a sus proyectos, ¿cuál ha sido su trayectoria?.
Siempre hay un interés sociológico en mi fotografía. Intento analizar más el ‘nosotros’ que ‘mi’ visión de la sociedad. Pretendo que sea una herramienta para reflexionar. La sociedad de hoy es muy compleja. Mi fotografía no es para dar soluciones sino para hacer pensar.
Uno de sus últimos trabajos es D.A.N.P (Deconstrucciones Aleatorias No Programadas). ¿Qué puede contarnos sobre él?.
Es algo que yo llamo post-fotografía. Esta serie se sale un poco de lo que es mi análisis sociológico, pero creo que sólo en apariencia. El punto de partida es casi un accidente. Es el azar. Pero al mismo tiempo es un reflejo de que estamos totalmente mediatizados e influenciados por las máquinas. Haciendo copias y re-copias perdí información. La intenté recuperar y empezaron a producirse estos reordenamientos por parte del ordenador. Pero en este caso desordenó, o reordenó a su modo, de una manera ‘creativa’, dando como resultado unas imágenes muy plásticas.
Me recuerda la escritura automática de los surrealistas…
Si, podría ir por ahí. Es una escritura automática que en este caso realiza el ordenador. Es un trabajo muy conceptual. Utilizo el error que ha generado la máquina y creo que puede ser interesante artísticamente. Además es un reflejo de que estamos digitalizados al mil por ciento. Si miráramos desde una perspectiva de diez años atrás, nos parecería ciencia ficción como estamos trabajando ahora.
Ultimamente he estado pensando que, estas deconstrucciones de composiciones, también podrían ser una metáfora del momento histórico de transformación o descomposición en el que nos encontramos.
¿Y hacía dónde cree que nos dirigimos?.
Creo que estamos en un momento de cambio radical.
¿Cuáles son sus proyectos futuros?.
Llevo un tiempo dedicado a un trabajo llamado ‘Memoria ROM’ que espero terminarlo este año. Me baso en la idea de la memoria ROM de los ordenadores (memoria de sólo lectura que viene en los ordenadores y que no se puede modificar o no fácilmente) para tocar un asunto muy mallorquín: los xuetes o judeoconversos de Mallorca. Me interesa ver como permanece en la memoria, en este caso de manera muy subconsciente, de un tema que en teoría está ya superado. En esta Mallorca híbrida y post-turística todavía se nota un poso, respecto a ello, en la memoria ROM de la sociedad.